Comienzo por donde termina el libro con un poema tremendo “escúchese también el lado b” de Iván Ortega-López contestatario de “cassette” de Eduardo de Gortari. Este poema cierra y abre el libro relativizando la noción de atrás para adelante en un asomo al futuro desde el presente. La selección es acertada porque muestra el trabajo de una generación reciente y que no pretende o presume exhibir super-promesas sino, a ciencia cierta, el resultado de lo que, desde mi perspectiva, revela una evolución en la poesía mexicana. Dicha evolución consiste en la conciencia, irónica en varias ocasiones, que cuestiona la tonalidad del discurso poético en su proceso de creación. El prólogo de Luis Felipe expone puntos precisos del escenario donde se desarrollan estas poéticas y como él lo expone, es un escenario donde conviven sin sorpresa diferentes tradiciones. Tal vez me gustaría añadir dentro de las influencias nacionales, al lado de Octavio Paz y José Carlos Becerra, un libro que ha sido angular para varias generaciones, tanto en México como en América Latina, y cuya presencia es evidente en esta muestra, Incurable de David Huerta. La apertura hacia el sur del continente es, sin lugar a dudas, como lo expone Fabré el trabajo de dos pilares esenciales en el devenir poético de nuestro país: Eduardo Milán y Hugo Gola. Vale considerar que estos dos poetas no sólo abrieron la puerta para las poéticas sudamericanas sino que ofrecieron una mirada crítica sobre éstas. Este punto me parece importante porque da cuenta de un trabajo de filtración muy agudo gracias al cual descubrimos en México, casi a la par que sus países de origen, poetas como Juan L. Ortiz, Héctor Viel Temperley, Raúl Zurita y Mario Montalbetti entre varios otros.
El lado b es una imagen afortunada porque asume una posición ya no marginal –se acabaron los márgenes- sino de continuidad. El símbolo del pac-man se impone como una dinámica cíclica de consumo y, al mismo tiempo, de exploración de un pasado no tan pasado cuyo vector es la televisión. El aparato de educación en México ha sido por varias décadas el televisor, incluso aliado del estado por muchos años hasta que nos llegó la “democracia” –las comillas son mías y las risas también. Algunos de los poetas reunidos incluyen el televisor como umbral de acceso a la realidad, cito por ejemplo: “Si todo el cielo cabe en la ventana/ en la pantalla del televisor cabe todo el universo/ y ése puedo controlarlo” de Eduardo de Gortari o “apaga la tele presionando el botón rojo con el índice/ se forma un túnel de luz al centro se cierra” de Omar Pimienta. Por otra parte, la intersección de discursos es una constante que comparte el conjunto de la muestra y que los hace convivir en “el lugar común del pasto” según Hugo García Manríquez o “apalabrar un habla de decir de peces/ y mi corazón laguna” como dice Jorge Betanzos. La ruptura con los lenguajes exclusivos –según la enseñanza de Haroldo de Campos- no se opone a la denuncia del presente, la cual es ejemplar en el trabajo de Óscar de Pablo: “que vayan a vender a su chingada madre. Aquí no se vende nada;” (el poema se titula “sobre la luz”).
Vislumbraba una lectura del divino tesoro porque varios amigos participan en la muestra pero el mayor estímulo era la curiosidad de observar el reflejo de un futuro, que no es único ni determinado, y que como las dos cabezas de Jano nos muestran el lado b o como lo dice Adrián Volt: “la imagen en la moneda que ha de volcarse/ contra la santa que soy yo mismo.”