Para inaugurar el verano, el 31 de mayo del presente, tuvo lugar una lectura comunitaria para celebrar el aniversario del nacimiento de Walt Whitman. La lectura fue en la famosa Seamen’s Bethel de New Bedford, el lugar de donde Melville sacó los personajes para Moby Dick. Cuatro horas de lectura sin parar con una audiencia de lo más variado. Parte del atractivo de la lectura era que el público tenía que participar así que una variedad de voces revivían los versos del gran abuelo. Dicha variedad iba desde los ya reconocibles personajes de los poetry slams y open mics pasando por una variedad de profesores, pescadores, hip-hopers, feministas, activistas de la comunidad gay, familias con niños, hasta jóvenes y turistas despistados que sólo andaban de paso y se quedaban a escuchar aquella misa comunitaria. Una verdadera comunión sin el vinito y los canapés que se acostumbran en los eventos culturales, que sinceramente eché de menos, apenas unas cajas con agua apiladas en la entrada. Era imposible ocultar la curiosidad que reinaba para saber qué diablos podía reunir a toda esa diversidad de personas. Y quizá aún lo más asombroso era descubrir que todas querían compartir su fragmento de Whitman. Sin fama, sin aplausos, sujetos a enormes bancas de madera que al cabo de una hora ya habían dado cuenta con las asentaderas de todo el mundo, así se pasaron las cuatro horas aquel sábado.
Recuerdo por ahí del fin de los noventa cuando fui en el Colegio de San Ildefonso a la lectura por la celebración de la publicación de “Piedra de sol” de Octavio Paz. Unos diez o doce poetas leyeron durante un poco más de una hora para un auditorio en que se reunían unas 60 personas. En el 2004 tuve la oportunidad de asistir al relanzamiento de “Galaxias” de Haroldo de Campos en la librería de la Vila Madalena en São Paulo. Ahí la cosa iba poco de escritores, había mucho más actores y músicos, encabezados por el ya conocido sobrino Cid Campos, proponiendo o desplegando lecturas del poema-libro.
Creo que algo positivo sucede cuando se desarticula la ecuación poemas-poetas en las lecturas. Desde luego, no voy a abogar por la cancelación de lecturas por poetas, al contrario, a lo que apunto es a la necesidad de propagación de eventos comunitarios en donde lo único que circule sean poemas. Supongo que una intuición así sólo podría desprenderse a partir del esplendor que provocan los versos de nuestro gran salvaje Whitman. Y para concluir este rollo de título fusilado las palabras de Lawrence vía Creeley: “Ahead of all poets, pioneering into the wilderness of unopened life, Whitman…”
Recuerdo por ahí del fin de los noventa cuando fui en el Colegio de San Ildefonso a la lectura por la celebración de la publicación de “Piedra de sol” de Octavio Paz. Unos diez o doce poetas leyeron durante un poco más de una hora para un auditorio en que se reunían unas 60 personas. En el 2004 tuve la oportunidad de asistir al relanzamiento de “Galaxias” de Haroldo de Campos en la librería de la Vila Madalena en São Paulo. Ahí la cosa iba poco de escritores, había mucho más actores y músicos, encabezados por el ya conocido sobrino Cid Campos, proponiendo o desplegando lecturas del poema-libro.
Creo que algo positivo sucede cuando se desarticula la ecuación poemas-poetas en las lecturas. Desde luego, no voy a abogar por la cancelación de lecturas por poetas, al contrario, a lo que apunto es a la necesidad de propagación de eventos comunitarios en donde lo único que circule sean poemas. Supongo que una intuición así sólo podría desprenderse a partir del esplendor que provocan los versos de nuestro gran salvaje Whitman. Y para concluir este rollo de título fusilado las palabras de Lawrence vía Creeley: “Ahead of all poets, pioneering into the wilderness of unopened life, Whitman…”
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